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Afirmar que la educación de calidad es indispensable para formar una ciudadanía con valores y capaz de luchar contra la pobreza y afirmar además, que la educación peruana, tanto la pública cuanto la privada, es mala y no logra los propósitos antedichos, es una perogrullada.

Conforme avanza el proceso tecnológico se vuelve crecientemente claro que la educación tiene dos vertientes.

Una es la vertiente de la instrucción: aquella en que el maestro, tanto en el salón de clase cuanto en el laboratorio, dicta cátedra hablando o haciendo. El alumno debe aprender. El maestro lo examina preguntándole cosas cuya respuesta él conoce. Si el alumno contesta lo que el maestro ya sabe, aprueba; si aprueba es reconocido como un buen alumno y apto para avanzar una grada más en el mismo proceso. Pero la vida no es así: todas las respuestas son correctas si el alumno puede sustentarlas; la memoria es importante, pero cuando el conocimiento está en revistas, libros y en la internet el papel del profesor tiene que cambiar al paso de esa revolución. El maestro entonces debe enseñar a pensar en vez que a memorizar – y debe lograr que sus alumnos aprendan a aprender. Tiene que convertirse en un facilitador del aprendizaje y debe impulsar, casi azuzar, la búsqueda del conocimiento.

En el método que logra este propósito y que es el que los pedagogos de avanzada están aplicando ya, los alumnos hacen la clase y el profesor, conduce, arbitra, facilita, corrige y, como requisito de sus cualidades se requiere, que sepa motivar más que informar y que sepa cómo buscar y donde buscar el conocimiento más que tenerlo o dominarlo. Varios lectores del futuro sostienen que la actividad instructiva de la educación ya no será en aulas y colegios, no será analógica, será virtual y digital. Pensamos por eso que el dominio del lenguaje, hablado y escrito, que posibilite una comunicación eficaz y el dominio de las bases aritméticas de las matemáticas, continuará demandando al colegio y al profesor.

La otra vertiente educativa, bastante más compleja que la instructiva, es la formativa. Formar es enseñar a vivir en paz, a respetar al otro y el medio ambiente, a cumplir las leyes, a auto-estimarse, a ser ético, a saber cómo progreso y dejo de ser pobre sin robarle a nadie, en suma, enseñar a ser civilizado.
El fracaso de la educación peruana en la vertiente formativa es palpable. Se aprecia desde el criminal más brutal hasta el político más inepto, desde el “profesional”, incompetente hasta el deportista ebrio. Los peruanos vivimos en un mundo no sólo no formado sino que pierde día a día los valores civilizados, y lo que es peor aún, que está perdiendo la confianza.

Además hay que tener en cuenta a la Educación Ambiental (EA) la cual hoy es concebida como una de las “respuestas más generalizadas a la emergente crisis ambiental”. Es el instrumento para permitir que toda la sociedad tome conciencia de los grandes problemas del Planeta Tierra, ayude a comprender el funcionamiento de los ecosistemas y capacite a los ciudadanos para aportar soluciones a los problemas que se planteen, desarrollando actitudes y comportamientos adecuados al mantenimiento y mejora del entorno, aceptando las responsabilidades que esto implica, conscientes de los derechos a la igualdad, la equidad y la sustentabilidad.

Con esta base educativa y social ponemos a su disposición nuestra Oficina de Consultoría, con especialistas de primer nivel en Educación, para ello invitamos a su Empresa y/o su Institución a contactarnos para iniciar el trámite de Consultoría y asesoría personalizada de acuerdo a sus necesidades.

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